Niño feliz | Alborotado, ruidoso e inquieto

Un niño feliz es inquieto, por tanto, no debemos calificar sus alborotos como un problema, sino permitirles la sana diversión. Revisemos qué hacer con ellos

Un niño feliz, por lo general, es curioso, ruidoso, inquieto y alborotado. Así que esos estados de ánimo no deben ser señalados necesariamente como un problema, por el contrario, se les debe permitir tener esa alegría y sana diversión. Esto es parte de la belleza de la infancia y no somos malas madres por darles la oportunidad de disfrutarla.

Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado el rechazo a este comportamiento. Como madres, no debemos seguir dicha corriente, porque ello significa reprimir sus emociones. Sabemos que esto puede representar un reto, por eso queremos enseñarte a mantener el equilibrio entre la disciplina y el reconocimiento de la personalidad de tu pequeño.

"Es más fácil construir un niño fuerte que reparar a un adulto roto" - Frederick Douglass - Reformador social estadounidense, abolicionista, orador, escritor y estadista

¿Disciplina o sometimiento?

La tolerancia que los mayores pueden tener hacia esta conducta tan natural durante la niñez, se hace cada vez menor. Muestra de ello, son las ocasiones en las que forzamos a nuestros hijos a actuar como adultos. Esto no es disciplina, muy por el contrario, es represión de sus sentimientos. 

Conocer la diferencia entre una cosa y la otra es algo muy importante para una madre. Así pues, al disciplinarlos de una manera correcta estamos influyendo de forma positiva en su madurez emocional.

Al negarles la posibilidad de jugar, expresar con llanto su inconformidad e incluso, ser ruidoso, estamos frustrando su niñez

Por consiguiente, aquellas situaciones de llantos o ruidos, aparentemente incontrolables, deben ser abordadas con paciencia y comprensión. Todas ellas tienen en común la necesidad de interacción y solo mediante una comunicación efectiva y afectuosa, lograremos responder de manera adecuada.

Tal vez hayamos olvidado lo que significa ser niños y está bien si no nos interesa recordarlo. No obstante, en lo que a ellos respecta, es fundamental darles la libertad de comportarse según su edad. Solo quien tiene la oportunidad de disfrutar al máximo su niñez, se convierte en un adulto equilibrado y sano en términos psicosociales. De nosotras depende, el que ellos tengan esta posibilidad.

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¿Es mi hijo un niño feliz?

Esta es una pregunta que a veces podemos pasar por alto, pero es indispensable hacérnosla ocasionalmente. Y es que, cuando se trata de nuestros pequeños, nos ocupamos de tantos aspectos que olvidamos pensar en lo que en realidad les hace felices.

Sí, sabemos que un letrero que prohíba el ingreso de niños a un restaurante, tienda u hotel, puede intimidar. Lo mismo ocurre con las miradas prejuiciosas de quienes son intolerables a sus reacciones infantiles. Pero ¿vamos a permitir que unos extraños nos conviertan en madres insensibles?

En este sentido, aunque estamos en la obligación de orientarlos y disciplinarlos hasta que alcancen su madurez, no nos corresponde coartar este proceso. Así que tomémoslo con calma y evitemos que las opiniones de personas extrañas influyan en su felicidad. ¿Debemos ignorar todos los consejos que nos den? Claro que no, pero la prioridad es asegurarnos de que nuestro hijo sea un niño feliz.

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