Familias tóxicas ¿te encuentras dentro de una? Aprende ciertas maneras de lidiar con esta situación y evitar que tus hijos sean afectados
Familias tóxicas es la denominación más común que usamos para describir hogares disfuncionales. Representa un grave problema que genera profundos trastornos, con consecuencias muy negativas para la sociedad. La constante presencia de conflictos, principalmente emocionales, es su rasgo distintivo. Y, por supuesto, los más afectados son los niños.
Ante la presencia de personas tóxicas, la actitud que más conviene es alejarnos de ellas
¿Pero qué hacer si la toxicidad se encuentra en nuestro ambiente más íntimo? Y la interrogante se vuelve más difícil de responder, si nuestros pequeños están afligidos por esta situación. A continuación, te daremos información que te ayudará a lidiar con estas circunstancias.
¿Qué son familias tóxicas?
Un hogar tóxico es aquel en donde existen constantes patrones de conducta considerados negativos. La dinámica de sus integrantes se encuentra envuelta en relaciones marcadas por el abuso y la falta de respeto; además, dentro de un ambiente de esta naturaleza, donde la hostilidad pareciera ser un hábito, son los niños los más perjudicados.
Una simple observación, nos permite identificar algunos elementos que la caracterizan:
- Comunicación inadecuada o inexistente entre padres e hijos, hermanos u otros integrantes del grupo familiar.
- Excesivos conflictos. La rutina se centra en discusiones y agresiones (físicas o verbales).
- Ausencia de empatía y de comprensión intrafamiliar.
- Poco o ningún tipo de límites en el comportamiento de uno o varios de los individuos que conforman el hogar.
Familias tóxicas y los efectos sobre los niños
Dada su fragilidad tanto física como emocional, son los más pequeños los que reciben el mayor daño, al convivir en un ambiente negativo. Múltiples estudios han demostrado que los chicos que crecen en familias tóxicas, son más propensos a desarrollar problemas de salud.
Entre los principales efectos tenemos:
- Presencia de ansiedad. El infante muestra pérdida de apetito, insomnio, llanto sin motivo y falta de interés general.
- Dificultad para expresar sus emociones e interrelacionarse.
- Baja autoestima.
- Fallas en el desempeño escolar.
- Cambios de roles. El niño se ve forzado a desempeñar responsabilidades destinadas a los adultos. Por ejemplo, el cuidado de los hermanos más jóvenes o inclusive el de los padres, pasa a ser ejercido por el pequeño.
- Conducta agresiva. Manifestaciones de hostilidad sin motivo aparente.
Esta situación puede desencadenar episodios más graves a medida que los hijos se desarrollan, entre los que se encuentran: adicciones, embarazos precoces, delincuencia, comportamiento autodestructivo o inclusive suicidio. Ciertamente, resultan consecuencias directas de convivir en una familia tóxica.
"Estas relaciones se caracterizan por ser inestables, destructivas y marcadas por un fuerte desequilibrio..." - Wikipedia.org -
Cambia el rumbo de tu hijo
Dar el primer paso, es reconocer el destino incierto y equivocado de tu círculo más íntimo. Por lo tanto, dejar de lado la actitud de negación y aceptar la existencia de un problema llevará a encontrar la solución más efectiva.
Introduce la comunicación como elemento catalizador ante las desavenencias del núcleo familiar. Asimismo, aceptar las diferencias, respetar los límites, espacio e intimidad de los demás, son los elementos claves para lograr la armonía en el hogar.
Por último, los hijos no merecen vivir mucho tiempo en familias tóxicas; y, por ende, salir de ese entorno si no hay cambios en lo inmediato, debe ser una obligación. Buscar ayuda profesional, siempre es una opción que debes considerar antes de tomar cualquier decisión.